Botánica
Mauka
La raíz que se resiste al olvido
Nicolas Palacios Bett
En los valles altos de los Andes, donde el viento acaricia los cultivos y la tierra guarda secretos milenarios, crece una raíz que ha desafiado el olvido: la mauka (Mirabilis expansa [Ruiz & Pav.] Standl.). Conocida como miso, chago o taso según la región, esta planta enigmática ha sido cultivada y valorada por comunidades campesinas, pero permaneció invisible para la academia y la agricultura moderna durante siglos. A través de investigaciones científicas, testimonios de agricultores y mi propia experiencia conversando con quienes la estudian y cultivan, he descubierto una historia que combina misterio botánico, tradición y un potencial aún por explorar. Este relato busca compartir lo que hoy sabemos sobre la mauka: su pasado, sus características, los esfuerzos por conservarla y las preguntas que aún nos desafían.
Un redescubrimiento tardío
La mauka es uno de los últimos cultivos andinos en ser “descubiertos” por la ciencia moderna. Aunque el botánico Paul C. Standley describió la planta silvestre en 1931, no fue hasta 1965 que los ingenieros agrónomos Julio Rea y Jorge León documentaron su cultivo en los valles del norte de La Paz, Bolivia. El hallazgo fue sorprendente: una raíz alimenticia de gran tamaño había permanecido inadvertida para el mundo académico. A finales de esa misma década se registraron cultivos similares en Ecuador, donde se le conoce como miso, y, más tarde, en el Perú, específicamente en Cajamarca, gracias al trabajo de Juan Seminario (Universidad Nacional de Cajamarca), así como de Santiago Franco y Juan Rodríguez, del INIA Cajamarca. Allí se encontró la mauka a más de 2.700 m s. n. m., creciendo en los bordes de campos de maíz y papa, como compañera silenciosa de los sistemas agrícolas mixtos altoandinos (NRC, 1989; Seminario et al., 2019).

Morfología de la raíz de la mauka (Mirabilis expansa). Extraída de NRC (1989).
"Mauka (pronunciado mah-oo-kah) proviene del aimara, siendo el nombre más difundido entre sus diversas denominaciones andinas."
Esta distribución dispersa, con nombres locales diversos, revelaba el profundo arraigo de la mauka en los Andes, pero también planteaba nuevas preguntas: ¿cuál es su origen?, ¿por qué aparece en regiones tan separadas? El libro Lost Crops of the Incas (NRC, 1989), una obra imprescindible para comprender los cultivos andinos marginados (y que recomiendo personalmente), incluyó a la mauka junto a otros cultivos considerados marginales en la época, como la maca (Lepidium meyenii), la ahipa (Pachyrhizus ahipa) y la achira (Canna indica). Esta publicación despertó el interés de investigadores que comenzaron a llegar no solo al Perú, sino también a distintas regiones de América para estudiar la diversidad de cultivos andinos. Su aparición marcó un punto de inflexión, como me explicó Juan Seminario en una entrevista:
“La mauka, al igual que muchos cultivos andinos, no despertaba mayor interés en las universidades sudamericanas; no se enseñaba como prioridad. Con el auge de la Revolución Verde (aproximadamente entre 1940 y 1960) se impulsó el estudio, la enseñanza y la producción de semillas mejoradas traídas del extranjero (trigo, arroz y maíz) y en los cursos de raíces y tuberosas apenas se mencionaban la papa y el camote. Quienes se atrevían a estudiar cultivos considerados ‘marginales’ eran vistos casi como locos. Sin embargo, tras la publicación de Lost Crops of the Incas en 1989, que recopila estudios de investigadores latinoamericanos de países como Perú, Ecuador, Bolivia, etc., la perspectiva comenzó a cambiar: empezó a llegar un interés desde el exterior por estos cultivos nativos, generando un mayor impacto dentro de nuestra región, y así, poco a poco, se abrió un nuevo camino para revalorar nuestra agrobiodiversidad.”
¿Dónde se origina la mauka?
Hasta la fecha, no se han hallado restos arqueológicos de mauka, ya sea como material vegetal conservado o como representaciones cerámicas o pictográficas que evidencien su cultivo (León, 2013). La hipótesis más respaldada por la evidencia actual sitúa el centro de origen y diversidad de la especie en el norte peruano.
En la entrevista que realicé, Juan Seminario recordó que su primer acercamiento a la mauka fue a finales de la década de 1980, en una localidad de Chota, Cajamarca, donde la encontró creciendo junto a cultivos de papa y maíz. A partir de ese hallazgo, inició un extenso recorrido de campo que, en 2004, lo llevó a reportar la presencia de mauka en más de 230 localidades, distribuidas en 36 distritos y 17 provincias de esta región norteña. Durante sus observaciones documentó una notable variabilidad morfotípica, identificando al menos cuatro morfotipos cultivados, lo que aportó evidencia clave para sustentar la hipótesis de un origen norteperuano del cultivo (Seminario, 2004a).
En 2012, Seminario y Manuel Valderrama ampliaron esta base de conocimiento con un análisis comparativo de caracteres morfológicos en accesiones de mauka procedentes de Perú, Ecuador y Bolivia. Sus conclusiones mostraron una mayor variabilidad fenotípica en las colecciones peruanas, particularmente en las de Cajamarca, reforzando así la hipótesis de un origen peruano (Seminario & Valderrama, 2012).
"El centro de origen de una planta cultivada es también el centro de su mayor diversidad." Nikolái I. Vavílov, botánico, genetista y pionero en la biogeografía agrícola.

Gregoria, Delia y Yovana con “kuyacsa” (nombre local de la mauka) cultivada en huertos familiares en Huánuco. Foto por Harriet Gendall (2016)
Por su parte, el National Research Council (1989) contribuyó a este marco interpretativo proponiendo que la actual dispersión del cultivo en distintas regiones andinas podría explicarse por movilizaciones forzadas de poblaciones andinas, que habrían llevado consigo la planta como parte de su herencia agrícola.

Centro de origen y diversidad de la mauka (Mirabilis expansa) en el norte del Perú, resaltado en azul: 1. Cajamarca, 2. La Libertad y 3. Áncash. Las flechas indican las rutas de diversificación hacia Ecuador (Quito) y Bolivia (La Paz).
Con todo ello, la evidencia acumulada apunta a que el centro de origen y diversidad de la mauka se encuentra en tres departamentos clave del norte peruano: Áncash, Cajamarca y La Libertad (Gendall et al., 2019; Seminario, 2004a; Seminario et al., 2019). Sin embargo, ello no debería limitar los esfuerzos de investigación en otros países andinos, como Bolivia, donde hasta la fecha no existe una colección ex situ representativa del cultivo (Gendall et al., 2019).
Características agronómicas y botánicas
La mauka es una planta vigorosa, con hojas abundantes, tallos gruesos y raíces comestibles del tamaño del antebrazo de una persona adulta. Su apariencia recuerda a la yuca (Manihot esculenta), aunque botánicamente pertenece a una familia distinta: las Nyctaginaceae. Esta familia la aleja de otras raíces populares del Perú como la papa (Solanaceae), el camote (Convolvulaceae) o la yuca (Euphorbiaceae).
Sus parientes más cercanos no están en los campos sino en los jardines: comparte familia con plantas ornamentales como la bugambilia (Bougainvillea spp.), famosa por sus flores coloridas que, en ciertas épocas del año, adornan los muros, balcones y jardines de Lima con tonos vibrantes. También es pariente del don diego de noche (Mirabilis jalapa), conocido como “maravilla del Perú”, una flor ornamental nativa de América tropical que cautivó a los botánicos europeos desde el siglo XVI por los colores de sus flores. El nombre Mirabilis, que significa “maravilloso” en latín, parece adecuado para una planta tan versátil.

De izquierda a derecha: flor de bugambilia y flor de maravilla del Perú, respectivamente.
Uno de los aspectos más sorprendentes de la mauka es su valor nutricional. Tanto las hojas como los tallos son comestibles y han sido tradicionalmente consumidos por personas y animales. En muchas zonas altoandinas las hojas frescas se ofrecen directamente a los cuyes o al ganado como parte de su alimentación diaria. Lejos de ser simples desechos vegetales, estas partes verdes concentran una alta cantidad de proteínas: hasta 14%en base seca (PS) en las hojas y alrededor de 7% PS en las raíces.Estos niveles son inusualmente altos para una raíz, lo que convierte a la mauka en una planta doblemente útil: alimento humano y forraje nutritivo. Además, aporta 283 mg de fósforo y 111 mg de calcio por cada 100 g de parte comestible, lo que equivale a aproximadamente diez veces más calcio y hasta dieciséis veces más fósforo que la papa, lo que resalta aún más su potencial como cultivo andino altamente beneficioso (Bazán et al., 1996; Seminario, 2004a; Seminario et al., 2019). Sin embargo, como advierte Gendall (2019), muchos de estos usos tradicionales han comenzado a perderse con el tiempo.
Raíz | Proteína (%) | Carbohidratos (%) | Calcio (mg/100g) | Fósforo (mg/100g) |
---|---|---|---|---|
Mauka | 7.5% | 70% | 111 | 283 |
Arracacha | 1.5% | 67% | 24 | 64 |
Yacón | 2.5% | 75% | 14 | 70 |
Papa | 2.1% | 80% | 12 | 17 |
Yuca | 2.0% | 80% | 30 | 300 |
Oca | 1.1% | 60% | 33 | 34 |

Dori raspando la piel de raíces de "allja yuca" (nombre local de la mauka), Corongo, Áncash. Foto por Harriet Gendall (2016)
La planta destaca además por su resistencia al viento, su capacidad de adaptación a diversas condiciones, y su buena integración en sistemas de policultivo tradicionales, lo que la convierte en un cultivo resiliente y prometedor para los ecosistemas altoandinos.
Su propagación más común es vegetativa, mediante trozos de tallo basal. Sin embargo, según Gendall (2019), algunos agricultores afirman que la mauka también puede reproducirse espontáneamente gracias a la abundante producción de semillas, generando plantas más vigorosas. Este potencial reproductivo abre nuevas posibilidades para su estudio agronómico y para redescubrir, una vez más, el valor oculto de esta raíz andina.

Floración abundante de mauka con numerosas flores rosadas cubriendo la planta. Crédito: Carola Pereda.
Revalorizando la mauka
Desde 2016, el interés por revalorar este cultivo andino recibió un nuevo impulso tras un encuentro fortuito entre Harriet Gendall, etnobotánica de la University of Copenhagen, y Mater Iniciativa.. Harriet llegó entonces al Perú para investigar una raíz casi olvidada, y su entusiasmo coincidió con el interés de Mater por conocer cultivos andinos resilientes y nuevos sabores. Aquel encuentro marcó el inicio de una colaboración que trascendió el registro académico, abriendo caminos para explorar el potencial gastronómico de la mauka y, sobre todo, contribuir activamente a su divulgación y conservación. Este texto forma parte de ese esfuerzo compartido.

Diferentes morfologías de raíz de mauka. Izquierda: Raíz de origen de Áncash (22 cm). Derecha: Raíz de origen de Cajamarca (32 cm).
Durante su estancia, Harriet se puso en contacto con Juan Seminario, ya mencionado por su rol clave en el estudio de raíces andinas, fortaleciendo así la conexión entre investigación y saberes locales. En nuestras conversaciones, me explicó que su enfoque se centró en recoger los testimonios de quienes aún cultivan mauka, para entender por qué su cultivo estaba desapareciendo y cómo lo perciben las comunidades.
Su observación fue clara: aunque la mauka ya no era un cultivo popular, quienes aún la sembraban lo hacían con profundo afecto, cuidado y sentido de herencia. Sin embargo, las nuevas generaciones, marcadas por el desconocimiento y atraídas por cultivos más comerciales, la estaban dejando de lado.
Gendall también recogió relatos conmovedores de familias que mantienen viva esta tradición:
“Esta raíz nos mantuvo en el pasado, y ahora nosotros la mantenemos.”
- Testimonio de una pareja agricultora de Corongo, Áncash (Gendall, 2019)
Guardianes de la Mauka
Entre las experiencias más significativas destaca la colaboración con Carola Pereda y Eilif Leidulvstad, una pareja que reside en Corongo, Áncash, y que ya cultivaba mauka de manera comprometida, razón por la cual fue incluida en la investigación de Harriet. Ambos mantienen una chacra ecológica donde siembran mauka, conocida localmente como allja yuca, junto con pajuro (Erythrina edulis), más de 200 variedades de papas nativas y otros cultivos andinos. Lo hacen enfrentando los retos del cambio climático, las plagas y el paso del tiempo, impulsados por una firme convicción de preservar los saberes y cultivos heredados.

Variedades de papa mantenidas por Carola Pereda y Eilif Leidulvstad.
Carola es además fundadora y administradora de Murukuna, un centro cultural autogestionado para niños, niñas y jóvenes de Corongo, donde se promueven el arte, la lectura, la ciencia, el cine, el juego, la naturaleza y el pensamiento creativo. El nombre Murukuna significa “semillas” en quechua local, y resume con precisión la misión del espacio: sembrar aprendizajes y cultivar nuevas generaciones conscientes de su herencia cultural y natural.
Desde 2016, esta pareja ha observado una disminución alarmante del cultivo de mauka en la zona. Muchos agricultores mayores la dejaron de sembrar o han fallecido, y las nuevas generaciones no siempre reconocen su valor. Aun así, Carola y Eilif han seguido cultivando y propagando distintas variedades al menos 4 accesiones que incluyen material de Puno, Cajamarca y Áncash, e incluso enviaron raíces a Lima como gesto de colaboración para su conservación. Para ellos, mantener la mauka viva no es solo una práctica agrícola, sino también un acto de memoria y resistencia frente al olvido.
Cocina y conservación: una raíz en movimiento
El trabajo realizado en 2016 también tuvo repercusión en la cocina contemporánea, donde el chef Virgilio Martínez experimentó con la mauka. Gracias a la gestión conjunta de Harriet Gendall, Malena Martínez (directora de Mater) y el agricultor ancashino Elmer Gutiérrez, se enviaron 10 kg de mauka fresca desde Marcará para su uso en la cocina.
Estas raíces fueron empleadas en tres preparaciones que exploraron su textura y sabor:



(1) Mauka en un caldo caliente al estilo ceviche (2) Crocantes finas de mauka en capas con queso andino fresco y hierbas (3) Cintas finas de mauka. Foto por Harriet Gendall (2016)
Estas exploraciones abrieron nuevas posibilidades sensoriales para un cultivo ancestral que pocas veces ha sido llevado a las mesas de la alta cocina.

Virgilio Martínez y Pía León en Central, emplatando mauka. Foto por Harriet Gendall (2016)
Una segunda oportunidad: Mauka en la Chacra MIL (2025)
Aunque el proyecto inicial de incorporar la mauka como insumo estable en Central, Kjolle o MIL no prosperó en su momento, el interés por este cultivo permaneció latente. Hoy, en 2025, gracias a la coordinación con el Centro Internacional de la Papa (CIP) y con el apoyo de Iván Manrique, curador de raíces y tuberosas, hemos logrado acceder formalmente a cuatro accesiones de semilla de mauka como parte de un esfuerzo conjunto para su conservación y reintroducción en sistemas agrícolas andinos.
Desde un inicio, Iván mostró una gran disposición y generosidad hacia el proyecto. En nuestras conversaciones expresó su interés personal y profesional por la mauka y destacó que, desde el ámbito académico, todavía se requiere mayor difusión, investigación y visibilidad sobre este cultivo. También subrayó la importancia de volver a conectarlo con el campo y con las comunidades que lo han mantenido vivo.
Como parte de este proceso, en marzo de este mismo año realizamos ensayos de germinación con las cuatro accesiones, obteniendo resultados prometedores que reforzaron nuestro compromiso. Gracias a ello, nos preparamos con mayor confianza para la siembra en la chacra de MIL, en Cusco, durante la campaña agrícola 2025–2026.

Ensayo de germinación de cuatro accesiones de mauka (Mirabilis expansa). A los 4 días (A) se observan las primeras semillas germinadas, mientras que a los 7 días (B) se registra un incremento notable en el número de plántulas emergidas. Se obtuvo un 100 % de germinación en las cuatro accesiones mediante la aplicación de la auxina ácido indol-3-acético (AIA).
Esta será nuestra primera experiencia de cultivo directo, que nos permitirá conservar, observar y aprender de la mauka desde nuestras propias prácticas. Iván destacó que la reintroducción práctica en espacios agrícolas y gastronómicos no solo puede ayudar a salvaguardar la especie, sino también a estimular su estudio, cultivo y protección a mayor escala.
Una historia que podría repetirse: Mauka y Maca
La historia de la mauka no está aislada; se puede comparar con la de la maca (Lepidium meyenii), otro cultivo andino que logró resurgir tras años de olvido. En Junín se han hallado restos arqueológicos de maca que datan del 3800 a. C., evidencia de su uso ancestral. Durante la colonia fue apreciada, e incluso los pueblos locales recomendaban su consumo al ganado para mejorar la fertilidad (León, 2013). Sin embargo, en el siglo XX su cultivo decayó drásticamente y, hacia los años ochenta, apenas se sembraban unas 50 hectáreas en todo Junín (Graves, 2000; Hermann, 2013).
La situación cambió gracias a iniciativas de revalorización impulsadas por el CIP, el INIA y el Estado, que promovieron su difusión nacional e internacional bajo el sello de “superalimento” y “viagra andino natural”. Esto impulsó su recuperación y la convirtió en un símbolo de identidad agrícola (Gonzales et al., 2014). La experiencia de la maca demuestra que, cuando se articulan ciencia, comunicación y saberes locales, un cultivo marginal puede renacer con fuerza. Quizá algo similar esté comenzando a suceder con la mauka (Hernández Bermejo & Leon, 1992; León, 2013).
Una planta con futuro
Hoy, la mauka se encuentra en riesgo, pues su presencia se ha ido reduciendo de manera preocupante. A pesar de sus extraordinarias propiedades nutricionales y sus múltiples usos, su cultivo es cada vez más limitado y su conocimiento apenas sobrevive en ciertas comunidades. Muchos agricultores jóvenes ya no la reconocen. Su conservación y promoción podrían abrir nuevas posibilidades para diversificar la alimentación, fortalecer sistemas agrícolas resilientes y, sobre todo, reconectar con los saberes de la tierra.
Gracias a quienes la cultivan, la estudian y la cocinan, la mauka sigue viva. Quizá, como tantas raíces andinas, solo espera el momento de renacer con nuevo impulso, sostenida por las manos que la acompañan.
Bibliografía
Bazán, M., López, J. I., & Pajares, W. (1996). Potencial forrajero del chago (Mirabilis expansa) en la alimentación de conejos (Oryctolagus cuniculus) [PhD Thesis]. Thesis Ing. Zoot. Cajamarca, Facultad de Zootecnia, Universidad Nacional de Cajamarca.
Gendall, H., Seminario, J., Sørensen, M., & Theilade, I. (2019). Unearthing the “Lost” Andean Root Crop “Mauka” (Mirabilis expansa [Ruíz & Pav.] Standl.). Economic Botany, 73(4), 443-460. https://doi.org/10.1007/s12231-019-09467-y
Gonzales, G. F., Villaorduña, L., Gasco, M., Rubio, J., & Gonzales, C. (2014). Maca (Lepidium meyenii Walp), una revisión sobre sus propiedades biológicas. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Publica, 31(1), 100-110. http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1726-46342014000100015&lng=es&nrm=iso&tlng=es
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Seminario, J., Chalampuente-Flores, D., Gendall, H., & Sørensen, M. (2019). The Agronomy of Mauka (Mirabilis expansa (Ruíz & Pav.) Standl.)—A Review. Journal of Plant Genetics and Crop Research, 1(2), 1-23. https://doi.org/10.14302/issn.2641-9467.jgrc-19-2619
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Anexos
Tabla 1. Se registran 39 nombres vernáculos para mauka (Mirabilis expansa) y especies relacionadas, incluyendo variaciones ortográficas, referencias a colores y formas silvestres. La información proviene de diversas localidades andinas de Ecuador, Bolivia y Perú. Adaptado de Gendall et al. (2019).
Región | Localidad | Nombres vernáculos |
---|---|---|
Ecuador | Pichincha, Cotopaxi | Miso, tazo |
Norte de Bolivia | Chullín (La Paz) | Mauka, yuraq mauk'a (blanco), kellu mauk'a (amarillo), k'ita mauk'a (M. expansa salvaje) |
Sur del Perú | Sandia (Puno) | Mauka |
Chincheros (Cusco) | Moqo Moqo (M. prostrata salvaje) | |
Norte del Perú | Cajamarca, La Libertad | Chago, chagos, chaco, achagu, yuca de jalca, arricón, cushpe, cushpenes, yuca inca, camotillo, arracacha de toro, rábano, rabanito, pega pega, yuquilla, kashpa yuca |
Amazonas (Perú) | Shalca, shallca yuca, shaggchya rumo | |
Áncash (Perú) | Quishpi yuca, coshpi yuca, cospiyá, allja yuca, yuca de la sierra, pishpi yuca, ñatin jora (M. prostrata silvestre) |